jueves, 24 de diciembre de 2009

La navidad de los monstruos


Yo soy un ser bastante particular, tengo algunas características que me hacen semejante a otros,y vivo en mundo con horarios, leyes, lleno de cosas, trabajo hace bastante tiempo, para alguien, alguien que me creó y a quien yo le debo mi humilde existencia. Mi vida hasta el día de hoy no ha sufrido mayores sobresaltos. Salgo en cualquier momento del día, cuando me llaman, cumplo mi misión y luego simplemente vuelvo a casa, con el resto de los míos. Por las noches y en los días libres, mis amigos y yo disfrutamos de salir a ver el mundo de los que viven arriba, tienen costumbres hermosas, violentas y extrañas, pero me atrevo a asegurar que ya ninguno es capaz de vernos como lo que realmente somos, entonces podemos pasearnos a su alrededor sin que ni siquiera nos perciban, y eso que algunos de nosotros tenemos formas de lo mas grotescas y a mi, particularmente, me persigue desde que tengo memoria un olor insoportable. Los seres humanos, los de arriba, tienen la capacidad de personificar sus temores, y eh aquí el porque de nuestra existencia. Quien tiene miedo a algo, es, por más básico que suene, porque cree que allí habrá algo malo, algo que le hará daño, algo inexplicable, desconocido, con el tiempo nos colocan allí, en esos sitios abstractos llenos de preguntas, manchas de humedad y desesperanza, y ahí, es donde nos toca realizar nuestro trabajo, una tarea más que digna creo yo, ya que analizando el orden natural de los hechos…alguien tiene que hacerlo, pero la verdad es que cuanto más pasa el tiempo, más cosas aprendo, y menos me gusta mi empleo. Las personas tienen el poder de hacernos y colocarnos en esos lugares donde no se ven las cosas del todo claras, donde los malos recuerdos, los traumas y muchos otros factores hacen que, de solo pensar en eso, se les cierre el pecho y se les pierda la mirada, lo curioso es que con el tiempo, la convivencia con dichas personas nos hace sentir menos solos, el mundo de abajo es aún más oscuro que el de arriba, tal vez por eso nos gusta quedarnos a su lado noches enteras, día tras día. Yo soy el monstruo del camión de la basura, la mujer que me creó hace más de 15 años me llama a trabajar cada vez menos, pero sin embargo no se ha olvidado de mi, puesto que sino no estaría contando esta historia, ya que habría desaparecido. Ahora que ella vive en un lugar donde no se entera a que hora recogen los residuos, yo tengo bastante tiempo libre, y suelo ir a visitarla de noche, pero ella tiene el sueño muy pesado, y yo me di cuenta hace rato que cada vez que aparecía era para problemas, ya que al instante al camión de la basura le salían dientes y cuernos, y se abría el asfalto a su paso, y los recolectores vestían largas túnicas negras, y ella salía corriendo despavorida. A veces me rehuso a hacer mi trabajo, ya hay otros monstruos que la hacen llorar, pero de todos yo soy el más anciano, y quizás el que más la entiende, junto con el monstruo de las escaleras y el monstruo que vive en las gradas de los circos.

Una de mis tantas noches libres de paseo por el arriba, ví que las calles estaban más iluminadas que de costumbre, de día, la gente se movía de un lado al otro sin control de si mismos, en las ventanas de las casas se alcanzaban a divisar árboles de plástico revestidos con adornos de colores, casi todos gritaban o lloraban sin motivo aparente, muchos otros se encerraban y llamaban a sus monstruos, sin embargo, la locura y el aire de festividad me llamaron poderosamente la atención, y anoté una palabra que desconocía pero que repetía todo el mundo, la palabra navidad. Cuando volví abajo, no pude esperar más para contar todo lo que estaba pasando arriba, las personas estaban enloqueciendo, tal vez nuestra creadora también…. eso tiene que preocuparnos a nosotros, sus monstruos. Opté por juntar a todo el clan alrededor de la mesa y contarles lo sucedido, todo lo que ví y averigüé, porque simplemente pensé que se nos venía la noche, todos entraron en pánico, nadie sabía nada de nuestra dueña hacía un tiempo, y el único que podría llegar a saber algo, era el monstruo del miedo a la soledad, y el trabaja horario corrido y hace horas extras, hacía mucho no teníamos noticias de él. En el medio de la desesperación, el monstruo de las relaciones largas aseguró ¨a mi me tocó trabajar la navidad pasada, no tienen de que preocuparse, es una costumbre que tienen aquellos, es algo de todo los años, dura unos días, después la locura vuelve a su cause normal, es más, ellos festejan y hablan acerca de regalan cosas, ayudan a desconocidos y se les ablanda bastante el corazón ¨

Todos nos quedamos maravillados al escuchar esto, y concluimos en que recordábamos que siempre había un día al año en el cual no había casi nada de trabajo, fue entonces cuando el monstruo de los fracasos académicos proclamó ¨ Ya trabajamos bastante por este año, ya que los de arriba festejan, festejemos nosotros también, hermanos monstruos, día tras día nos encargamos de estar ahí, donde nuestra dueña nos necesita, no importa la hora y el lugar y encima, cada vez que aparecemos, es para cagada… es hora de tener un día libre, por lo menos uno en todo el año, donde no respondamos a ningún llamado y podamos dedicarnos a lo que queramos ¨ y entonces, declarados en huelga, nos pusimos a trabajar en lo que sería nuestra navidad, la navidad de los monstruos. Primero nos organizamos para ir arriba a investigar mas a fondo el tema de la navidad, las conclusiones fueron asombrosas y más que interesantes.

El monstruo del ascensor y el monstruo de abajo de la cama mantuvieron una conversación similar a la siguiente

-¨ La navidad es una mujer con barba, gorda y vestida de rojo¨

-¨…pero una mujer? Con barba?¨

-¨ Y si.. porque no? La chica que se para siempre aca arriba a la noche es mujer.. y tiene barba ¨

-¨ Ah si.. tenús razón, y vestida de rojo? Porqué ?¨

- ¨Obviamente, para que la vean y no se la lleve puesta la marea de gente que corre de un lado al otro sin sentido, aparte hay una navidad cada dos cuadras, pero solo una en toda la ciudad es la verdadera, el resto están disfrazadas, y creo que corren porque juegan encontrar a la verdadera ¨

-¨¿Entonces tenemos que disfrazarnos de navidad, elegir a la verdadera.. y correr alrededor?¨

-¨¿Claro, y parar a las 12 de la noche para brindar, y escribir una carta ¨

-¨¿Una carta a quién?¨

-¨Ah, ni idea, a la navidad supongo ¨

-¿Y que le ponemos en la carta?

-¨Que se yo.. eso lo vemos después¨

- ¨¿Y esto?… digo, las 100 bombachas rosas que te robaste.. ¿dónde van?¨

- ¨ En la cabeza, obvio, ¿dónde más? ¨


Ahora si. Todo tenía sentido. Con todos estos datos ya sabíamos todo lo que nos hacía falta, las luces de colores, los renos, el árbol de plástico, y en el transcurso del día, aunque con algunos inconvenientes, logramos juntar todo lo necesario. Yo tomé prestado un reno y un árbol de navidad del parque, nadie lo notaría, hay un montón, y mandé a los otros a conseguir luces, creímos que con una manzana de alumbrado público era más que suficiente. Aún así algunas cosas no cuadraban muy bien.. tenía que haber nieve, pero hacía mucho calor como para que nevara, y tenía que haber regalos, pero ninguno de nosotros sabía exactamente que era un regalo.
Mientras transcurría el día previo a la navidad, a todos los monstruos se los veía muy entretenidos y emocionados con la idea de tener una fiesta, el abajo estaba distinto, iluminado, yo nunca había visto mi hogar tan lleno de cosas, tan colorido.. sin embargo había algo que no me dejaba disfrutar del todo del clima festivo y alegre en el que se sumergían el resto de los míos. Recordé también que no estábamos todos, que faltaba uno de nosotros que todavía no se había enterado de nada, y esa noche, mientras los otros terminaban los preparativos, fui a buscarlo. Cuando ella apagó las luces, el ruido y se acostó a dormir, entre una vez más por la ventana del baño, como de costumbre, me escabullí por debajo de la puerta que estaba cerrada, y fui directo a su cama, al lado de ella descansaba el monstruo de la soledad, fiel a su lado desde hacía ya mucho tiempo, le cantaba una tierna canción al oído, y con sus manos le secaba las lágrimas que suele derramar antes de dormirse. Cuando le conté las novedades se negó a dejarla aunque sea un día, puesto que el también se sentiría muy solo. Tuve que darle todo el cronograma de actividades que teníamos planeadas, no estaba muy convencido de correr alrededor de los otros hasta medianoche.. pero logré convencerlo, porque la verdad que los monstruos no sabemos muy bien lo que es llorar o reír, pero a simple vista hemos observado, lo iluminados que se le ponen los ojos cuando nos alejamos un tiempo de su lado… y si dependiera de nosotros, por solo imaginarla reír, preferiríamos no existir, pero sabemos que no podemos hacer nada al respecto, solo darle un día donde ni siquiera sepa quienes somos. Así que, el monstruo de la soledad y yo, regresamos al abajo a seguir con los últimos preparativos, ya que para este entonces, quedaban horas para la navidad. Nos quedaban un par de tareas por realizar, contarle al resto de los monstruos del mundo acerca de la navidad. Cuando fuimos al supermercado chino a conseguir turrones y maní con chocolate, nos encontramos con un monstruo de alguien más, un vecino, el monstruo de las góndolas de los supermercados, que enseguida tomó cartas en el asunto, e hizo correr la voz, visitamos junto a él a un monstruo que vive en las imprentas de la prensa amarilla, y como por arte de magia, los monstruos del mundo entero, donde fuera que vivieran, aceptaron con mucha alegría la propuesta y dedicaron el resto del día pura y exclusivamente a organizar su navidad, y no trabajaron nada mas que en eso.
Cuando volvimos abajo, nos pusimos nuestros trajes y empezamos a corrernos unos a otros, y fue muy divertido, pero en ese momento me di cuenta de algo y pregunté si alguien sabía porque hacíamos todo esto. Se hizo un silencio y todos nos miramos entre si durante un lapso en el cual esperé que alguien me contestara algo, pero nada. Los monstruos que mas habían investigado el arriba, anotaron muy bien cada una de las especificaciones necesarias para festejar la navidad, pero ninguno reparó en averiguar porque las personas festejaban ese día. Así que ahora nos faltaba eso, tener un porqué. Las razones de los de arriba no son las mismas que las nuestras, nunca las fueron, así que el porque de los de arriba puede que no sea el mismo que el nuestro, o tal vez si, al fin y al cabo, no seamos tan distintos de quienes nos crearon. Volviendo para atrás unos días recordamos entre todos lo que nos llevó a semejante operativo, y aunque al principio las razones no eran más que divertirnos todo un día, luego el trabajar entre todos y el estar todos juntos después de tanto tiempo, nos hizo recordar que también somos algo parecido a lo que la gente llama familia, y nos hizo sentir bien ver que los otros se sintieran bien, y saber que durante todo un día a ella se le dibujaría la más hermosa de las sonrisas. En ese momento descubrimos lo que significaba regalar.
Dar algo que aunque sea por un momento, llene de paz. Ahora si tenía sentido festejar la navidad. Uno de los monstruos sugirió sentarnos a la mesa a brindar y escribirle la carta que la gente, y sobre todo los niños, le escriben a la navidad, pero ninguno sabía muy bien que poner. El monstruo del miedo a ser grande dijo, que había que escribir para pedir algo por nosotros mismos, algo que queramos mucho, pero que también había que pedir por alguien más, ya que siempre hay alguien más pidiendo por nosotros, entonces en la carta quedaron mas o menos estas palabras:

Querida navidad, nosotros los monstruos queremos trabajar un poco menos el año que viene, pero nos gustaría, de ser posible, que ella nunca se olvide de nosotros, así no desaparecemos, y que con el tiempo podamos vivir todos juntos, nosotros y ella, pero sin que sufra cada vez que nos acercamos.

Y prometemos devolver el reno, las luces y el arbol mañana temprano.



Gracias, los monstruos.



Mientras los monstruos terminaban de redactar su carta, comenzaron a leerse otras líneas de texto entre sus palabras, y se alcanzó a leer:

Querida navidad:

Estoy disfrutando mucho de que los monstruos estén un poco lejos, pero ayudame a que nunca me olvide de ellos, ya que aunque me den miedo, son parte de mi, y me hicieron quien soy, y la verdad que estoy muy encariñada. Los he visto taparme los pies de noche cuando tengo frío y morfarse cuanta masita dejo arriba de la mesa. Espero que este año los monstruos del mundo entero trabajen un poco menos, y que en sus horas extras todos nos podamos sentar a tomar un café con ellos, sin salir corriendo.

Gracias, ella.



Y es por eso que en navidad, hasta el más incrédulo siente que todo es posible
.... porque los monstruos están muy ocupados festejando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario